Orientación Productiva: El Propósito es Ser Quien Quieres Ser
La falta de libertad impuesta no es peor que las cadenas que crea nuestra propia mente: vivimos en piloto automático, no experimentamos y tampoco crecemos como seres humanos.
Vivimos con la ilusión de que pensamos en base a nuestras ideas y que actuamos según nuestra forma de ser, pero no nos detenemos a pensar si nuestras actitudes realmente se ajustan a quienes queremos ser, o si provienen de la idea que los demás tienen de nosotros (o la que hemos creído que tienen).
Por eso, un buen propósito en nuestra vida es canalizar el foco de nuestra energía hacia la productividad como actitud básica, con el rumbo marcado en ser quienes queremos ser. El fin es enriquecer nuestras experiencias, mejorar nuestro bienestar y generar cambios positivos en nuestro entorno.

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¿Qué son las orientaciones del carácter?

Las orientaciones del carácter son un concepto de la teoría de la personalidad de Erich Fromm, inspirada en Sigmund Freud, quien dijo que los rasgos del carácter de una persona se ocultan tras su comportamiento.
Estos rasgos pueden ser inconscientes, pero su característica más importante es que nuestro carácter no tiene un rasgo único, sino que son varios rasgos que forman un carácter único. Es una mezcla de diversas “orientaciones”, en la cual una es la más dominante, en este momento.
Es evidente que, con el tiempo, cambia nuestra personalidad. Algunas experiencias que vivimos transforman nuestras ideas, creencias, gustos. El dolor, por ejemplo, nos hace ser más empáticos y puede «pulir» nuestros rasgos egoístas, intolerantes y violentos. Pero también puede lograr exactamente lo opuesto.
Nuestras orientaciones de carácter son quienes somos hoy, pero no son inamovibles, sino que las podemos modelar a nuestro antojo y segun nuestra propia consciencia de quién queremos ser.
Todas estas orientaciones muestran cómo nos relacionamos con el mundo, adquiriendo y usando cosas (asimilación) y relacionándonos con nosotros mismos y con los demás (socialización). Según Fromm, se basan en dos necesidades primarias: la necesidad de libertad y la necesidad de pertenencia. Los seres humanos desarrollamos estas estrategias de personalidad para lidiar con la ansiedad generada por los sentimientos de aislamiento.
Sin embargo, estas orientaciones no generan los mismos efectos. Cuatro de ellas son orientaciones improductivas, mientras que una es una orientación productiva.

La orientación productiva
La orientación productiva es «la relación activa y creativa del hombre con su prójimo, consigo mismo y con la naturaleza». Es el rasgo predominante de la personalidad de quien, sin desmentir su naturaleza biológica y social, no evita la libertad pero tampoco la responsabilidad, hace un uso pleno de su potencial, pero también disfruta de los placeres de la vida sin ansiedad.
Según esta teoría, este es un rasgo de carácter que hace que nuestra relación con el mundo y con los demás seres humanos sea positiva y se caracteriza, en un amplio sentido, por el amor.
El sentimiento de separación y soledad que sufren los seres humanos, se supera reconociendo, por encima de todas las diferencias, nuestra unidad con todo lo que existe.
Todos Somos Uno.

Orientaciones no productivas del carácter
Según Fromm, hay un rasgo de carácter que es productivo, y 4 rasgos de carácter improductivos:
Orientación receptiva
Una persona con personalidad receptiva dominante cree que toda la fuente de lo bueno está fuera de sí mismo, por eso solo recibe satisfacción de lo externo. Desea ser amado, pero no da el primer paso en sus relaciones, aunque es dependiente del apoyo y la ayuda de los demás.
La orientación receptiva no es productiva; no actúa, pues espera pasivamente a recibir de otros lo que necesita.
Orientación explotadora
Estas personas tienen en común con la orientación receptiva en que creen que la fuente de todo lo bueno está fuera de sí mismos. Pero no esperan a recibir lo que desean, sino que lo toman de forma violenta. Son personas que lograrán lo que quieren sin importar los medios: mentir, engañar, explotar, robar.
Para satisfacer su necesidad de pertenencia, posiblemente busquen a personas con baja autoestima o digan amar a quien verdaderamente no le importa. Otros ejemplos son la tendencia a apropiarse de ideas, inventos, a plagiar, pues subestiman la propiedad de otras personas.
Orientación de acaparamiento
La prevalencia del rasgo de acaparamiento genera una necesidad de control. La persona tiene miedo de perder cosas, todo lo guarda y nunca se separa de nada, pero generalmente valora más el dinero y las posesiones que a las personas.
Para quienes dejan que este rasgo de personalidad negativo sea el dominante, todas las influencias del exterior se perciben como amenazantes. Pero la persona no solamente teme la pérdida de bienes, sino que guarda también celosamente sus sentimientos, sus emociones y otras cosas que él cree que le pertenecen, como el tiempo de los demás.
Orientación al marketing
Las personas orientadas al marketing se valoran en función de su capacidad para venderse, se obsesionan con su packing o fachada, y valoran las experiencias en base a lo que pueden ganar con su éxito.
Según Fromm, este rasgo tiene sus raíces en la experiencia de que uno es una mercancía y tiene un valor de cambio. Pero de esta forma, el individuo olvida sus propias y verdaderas necesidades. Ser un bien tasable no satisface las necesidades humanas.

¿Podemos mejorar nuestro carácter?
Todos los seres humanos tenemos algunas de estas orientaciones improductivas, pero las podemos «pulir» o cambiar. Sin dudas, es la orientación productiva la que deberíamos cultivar, pues es el de una personalidad libre y feliz que tiene una relación positiva con los seres humanos, y constructiva con el mundo.

El rasgo productivo canaliza la energía hacia un trabajo productivo como actitud básica en su vida. Esto es, crea cosas nuevas y positivas, impacta positivamente en su entorno y produce mejoras en lo que ya existe.
Los seres humanos somos creativos por naturaleza, creamos con nuestro trabajo, sea el que fuere, podemos crear por medio de la innovación y el arte, y también con cada una de nuestras acciones, día a día.
En la medida en la que seamos conscientes de que todo lo que hacemos (y hasta en cómo pensamos) tiene un gran impacto en nuestra realidad, en la de los demás y en nuesto entorno, seremos capaces de tomar una actitud productiva para lograr cambios positivos.

La consciencia inspira la transformación
Si bien Fromm creía que el carácter de una persona es algo profundamente arraigado y difícil de cambiar, también consideraba que ser conscientes de nuestras tendencias y querer hacer un cambio ayuda a inspirar una trasformación. Además, decía que la productividad es una actitud de la que todo el mundo es capaz.
El carácter es una combinación de aprendizaje y genética. Se moldea desde muy temprano en la familia, en la sociedad y es dirigido por la cultura. Son tendencias, no inamovibles, se pueden modelar y transformar.
El crecimiento es posible partiendo de cualquiera de las orientaciones, sin convertirnos en una persona diferente, «simplemente mejorando como seres humanos», decía Erich Fromm. Con su ejemplo, también nos mostró cómo lograrlo por medio de la atención plena, pues durante muchos años de su vida, consagrada a la búsqueda de la felicidad humana, meditó 1 hora cada día.

Fuentes
Disculpa a los lectores: La fuente de la letra de las citas de Erich Fromm no incluye tildes.
Enciclopedia de personalidad y diferencias individuales
Erich Fromm, Orientaciones de carácter

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